lunes, 29 de junio de 2015

La linde entre el invierno y la primavera.

En lo más profundo de este océano de escombros, de esta selva artificial, se esconde una pequeña flor, más frágil que ninguna, pero que se niega a dejarse marchitar.
Erguida, alzando sus pétalos hacia el cielo, espera observar el sol, o quizás las estrellas. Lo importante es saber encontrar lo hermoso que se esconde tras ello.
Quiere rebelarse, ansía luchar contra cualquier tipo de opresión. Pero no comprende hacia dónde debe enfocar su rabia, pues el bosque entero siempre supuso un ambiente hostil en su totalidad.
Y, entonces, algunos brotes comienzan a surgir a su alrededor, la rodean, danzan junto a sus raíces y, en ocasiones, se enredan con ellas de tal modo que nadie podría decir a ciencia cierta si tratan de abrazarlas o de atarlas.
Y, ahora, la pequeña flor teme perder sus pétalos, o verse desprovista de la luz necesaria para vivir, acabar sumida bajo las sombras que amenazan con cubrirla por completo. Pero, ¿quién sabe qué ocurrirá? También cabe la posibilidad de que los brotes no signifiquen si no el comienzo del repoblamiento de aquel bosque marchito en el que la pobre llevaba tanto tiempo, sola y olvidada.
Y nadie sabe si lo más correcto sería permanecer firme... O quizás dejarse mecer por el viento.

domingo, 21 de junio de 2015

Silencio.

El silencio posee una voz hermosa. La más dulce y delicada de todas cuantas he tenido el placer de escuchar. Te abraza con sus palabras, acaricia tus oídos y te alcanza, hasta besar tu alma. Oh, siempre amé el silencio ¿nunca te lo había dicho? Pero mi silencio no es el mismo que caracteriza al vacío. Ese me aterra. Mi silencio es hogar de trinos de pájaros, el sonido de las hojas de un árbol mecidas por el viento, de las olas chocando contra la bahía, de mis pasos incesantes y el latido de un corazón. Ese silencio que huye de la humanidad y se esconde en la razón, en lo más profundo del ser.