miércoles, 25 de febrero de 2015

Arrancarte la vida a pedazos porque hay almas que no se destrozan solas.

Creo que, en algún momento, comencé a oír el tic tac de los relojes de arena. Puede que tratase de aferrar al tiempo de la manga, sí, lo asumo, cargaré con las consecuencias. Pero en mi defensa he de añadir que ya era demasiado tarde. Había preparado las maletas, empaquetado recuerdos y retazos de mi alma y gritaba que quería irse, huír de mí y de todo lo que represento. Que me temía porque le amaba demasiado, pero que, en mi locura, solo apreciaba su ausencia.
Y pese a todo, yo recordaba cada uno de sus sermones y advertencias. Tienes que aprender a valorar a los otros humanos, insistía incansablemente, dependes demasiado de mí. Yo no soy así, le contestaban mis labios, las lágrimas recorriendo las mejillas, jamás necesito nada del resto. Solo de ti.
Pero ya no quedaba tiempo para el tiempo y para mí. Tan solo un café frío sobre la mesa y los agridulces recuerdos de cuando me daba más de lo que podía pedir.

viernes, 6 de febrero de 2015

Otoño.

Que alguien le diga al otoño que no pienso esconderme. Que, en esencia, es tan sólo una metáfora. Que no le temo, que no retrocederé cuando llegue. 
Que alguien le explique al otoño que no tiene ni voz ni voto en mis decisiones, que me tatué su nombre en el corazón, mas no el sentimiento. Que alguien me convenza de que Otoño está aún lejos. Que no volverá. Que nunca existió. Que es mera ficción, una simple sombra de mi pavor.
Mantengamos las distancias, Otoño. Un año más, saltémonos tu estación y finjamos que jamás lograste cortarme los labios. Ni tan si quiera rozarlos.
Ovidémonos, Otoño, mi viejo y tierno amor. Porque las hojas no caen como antaño. Ya no mueren sobre el asfalto.
Dejémosle terreno a la primavera, que allane mi pecho, que haga florecer los capullos de mi alma, que metamorfosee mis deseos en mariposa, que deshiele los glaciares de mi conciencia, de mis errores, de mis engaños.
Que alguien le escriba al otoño comentándole que ya no es bien recibido, que la pasión se ha desatado, y que el invierno quedó atrás, malherido. Mis más sinceras disculpas.